domingo, 9 de marzo de 2014

Aprender a apreciar las luces

Os voy a contar la experiencia de otros de mis artículos.
Este trata de aprender a apreciar las luces.
Lo elegí porque me llamó la atención, ya que nunca me había fijado en lo que nos puede aportar cada rayo de luz.
El día que decidí realizar esta nueva experiencia de aprender a apreciar las luces, ese mismo día fui al mercadona.
Nunca me había fijado tanto en cada bombilla y en el diferente efecto de luz que producía cada una.

Pasé por todos los pasillos del supermercado, noté que por algunos pasillos la luz era más densa y oscura, y por otros, una luz más clara y dulce, donde hacía llamarte más la atención de los precios.
Luego en mi cuarto, estando sentada en la cama, vi que mi luz me aportaba alegría,  tranquilidad y armonía.
Con esta experiencia he aprendido a apreciar las luces, algo que no puede hacer un pobre ciego.

Esta es mi segunda experiencia, Permanecer en silencio en grupo. Después de ya haber hecho la del disfraz, pensé que esta nueva experiencia me costaría menos. Yo pienso que no me ha costado menos, ya que en la otra experiencia al fin y al cabo sólo era pasar un poco de vergüenza, pero en ésta me sentí impotente.
Ese día que decidí hacer esta nueva experiencia de tener que permanecer en silencio en grupo fue algo difícil.
Fue un día como otro con mis amigos, mientras yo estaba callada mirando y escuchando lo que decían, ellos hablaban de qué haríamos el viernes para ver la final del carnaval de Cádiz.
Yo tenía un buen plan para ese día, pues me sentia furiosa al no poder opinar. Ese día aguanté permanecer en silencio con mis amigos, pero al día siguiente por fin pude hablar y dar mi opinión.
No estoy aconstumbrada a permanecer mucho tiempo en silencio y me costó mucho poder cumplirlo .
Le puse muchas ganas y lo conseguí.
Aunque fue una experiencia un poco difícil, me gustó poder sentir lo mismo que siente una persona que está muda y jamás puede hablar. Yo sólo lo sentí por un momento y ellos toda su vida.
Me gustó sentir por un momento lo que siente un mudo toda su vida, impotencia y rabia, al sólo poder ver y oír, sin poder pronunciar nunca ni una sola palabra de su boca.